jueves, 20 de enero de 2011

Comer de forma saludable en el trabajo


El ritmo y el cambio en los roles de la vida diaria han generado una serie de modificaciones en nuestros hábitos diarios de alimentación. Con la incorporación de la mujer al trabajo y la falta de tiempo cada vez es más frecuente que la gente coma fuera de casa.
En la alimentación es necesario conservar el equilibrio que suministre en su justa medida las sustancias que necesitamos para nuestra vida diaria. Y sobre todo para quienes comen fuera de casa, es vital que aprendan a nutrirse adecuadamente.
La forma en que comemos fuera puede ofrecer alternativas muy diversas:


  • Fast-food (“comida rápida” o “comida basura”), esta dieta suele incluir muchas grasas de origen animal (que favorecen la aparición de altos niveles de colesterol), pocas verduras y legumbres (cuando éstas son altamente recomendadas en la prevención del cáncer), demasiada sal (que a medio plazo aporta un alto riesgo de hipertensión), pocas o ninguna vitamina, y unas proteínas e hidratos de carbono sin muchas cualidades nutricionales (lo que implica un desequilibrio energético y de los nutrientes necesarios).
  • La “dieta de fiambrera” traída de casa significa, al menos, cocina casera. Hay que tener un especial cuidado, en este caso, de reservar siempre espacio para verduras y fruta fresca, que mantengan las vitaminas y propiedades nutricionales que en muchos casos pierde la comida caliente (sobre todo con el paso de las horas).
  • En cuanto a los restaurantes o los menús de los comedores de empresa, depende de nosotros la correcta elección de los platos a elegir, que diariamente conformarán nuestra dieta. Cuando se coma fuera de casa, se deberían mantener siempre la mayor variabilidad posible en los platos y comidas. 

Algunas recomendaciones para optimizar la dieta en ambos casos incluyen:

  • Buscar comidas con pocas grasas.
  • No abusar de la sal.
  • Preferir los platos hervidos o a la plancha.
  • Enfatizar el consumo de pescado sobre el de carne.
  • Pedir entrantes de ensalada fresca, aliñada con aceite de oliva.
  • Tomar frutas de postre, o sorbetes de fruta.
  • Evitar los “snacks” dulces: puede incluso que sean bajos en grasas, pero muy altos en calorías.
  • No se salte comidas; mejor un mayor número de pequeñas comidas que pocas muy abundantes.
  • Evitar en todo lo posible las comidas “fast-food”.
  • Cuidado con las salsas y los condimentos envasados: suelen tener mucha sal. Sustituirlas en lo posible con (por ejemplo) zumo de limón.
  • Evitar en lo posible las patatas fritas, sustituyéndolas por patatas cocidas o guarniciones de verdura.
  • Cuidado con los embutidos, salchichas, etc: tienen mucha grasa y mucha sal.
  • Las carnes deben estar suficientemente cocinadas, sin sangre en su interior.
  • Prevención con ciertas salsas (como la mayonesa) en verano: preferiblemente, siempre se deben elegir las envasadas. 

Estas sencillas normas pueden lograr que comer fuera de casa sea tan saludable como en casa. Y sobre todo, tan seguro y placentero. Si puede comer acompañado, hágalo: será mucho más relajado, y tanto la ingesta como la digestión serán mejores (aparte de más placenteras). Es recomendable caminar tranquilamente un poco tras la comida, favorecerá la digestión.


Natalia Moragues Fernández
www.alvida.es

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